La sombra de la competencia es alargada, por eso resulta difícil imaginar empresas cuyo único vínculo con el mundo digital sea el ordenador donde realizan las gestiones contables. Para colmo, el empleado de turno que se sienta tras el aparatejo sólo tiene en su haber un curso de un contaplus apolillado. Desde luego, si en nuestra empresa prevalecen los bolis sobre la tinta electrónica y Linkedin nos suena a la charcutería de la esquina regentada por unos dueños musulmanes, somos carne de cañón para la extinción.

Sí, podemos decir que el asteroide se llama Internet y que si no aprendemos a convivir con él, correremos la misma suerte que nuestros predecesores en la Tierra: los dinosaurios. Así que agárrense porque vienen curvas dado que, según un estudio del Barómetro IFAES 2013 de la formación profesional en España, el 75% de las empresas encuestadas invierte sólo el 1% de sus recursos a formar a sus trabajadores, mientras que en países vecinos como Francia la media se sitúa en un 2,9%. Si esto no es un suicidio en masa se le parece mucho, ¿verdad?

Dejando a un lado la importancia de mantenerse actualizado en los campos que uno desempeña, resulta evidente que no podemos ejercer nuestra función sin contextualizarnos. Y ese contexto, o ese hábitat al que debemos adaptarnos para no perecer está repleto de crowfunding, redes sociales, marca personal, SEO, marketing de contenidos... Si la atmósfera está repleta de bytes, ¿por qué no te haces con unos pulmones 2.0 para asimilar ese nuevo oxígeno?

De hecho, es difícil permanecer ajeno a toda esta autopista de información que circula por la Red que, por cierto, puede ser de peaje o no, pues podemos encontrar cursos muy baratos o información que libremente editan las agencias de marketing on line (como ésta que suscribe el artículo) en una suerte de altruismo 2.0

Por no mencionar ese empecinamiento por concienciarnos sobre una realidad innegable que parte desde las mismas Comunidades Autónomas que saben de sobra que el anafalbabetismo digital no engorda pero puede matar la economía de un país. Así, por citar sólo a algunas de estas CC.AA. que tratan de abatir “molinos de viento y suplirlos por torres eólicas”, tenemos la Comunidad Valenciana que ofrece más de una veintena de cursos que profundizan en temas como el comercio electrónico, las redes sociales o los delitos tecnológicos.

Además contamos con la UNED, (ya hablamos de su curso para emprendedores) una entidad consagrada a la tarea de echar una mano al españolito de a pie que quiere remontar posiciones en la carrera 2.0. De este modo, la UNED se ha propuesto despachar un cumplido catálogo de cursos sobre el hipersolicitado comercio electrónico, open data o sobre competencias digitales básicas.

¿Y para qué todo esto?, se preguntarán algunos un tanto duros de mollera. Pues para no extinguirnos. Así de sencillo.

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