Practicar el “yo me lo guiso, yo me lo como” por no querer abandonar, bajo ningún concepto, la soltería laboral puede volverse pernicioso cuando se trata de reclutar ceros para la facturación de la empresa. Es decir, seguramente hay un profesional por ahí dispuesto a venderte sus servicios, pero prefieres hacerlo tú mismo aunque el trabajo te quede con reminiscencias de Manolo y Benito.

Sí, te habrás ahorrado los cuartos, pero habrás pintado de mediocridad la fachada de tu negocio. No te engañes, estamos seguros de que tus aptitudes rayan la genialidad, pero no en los barrios en los que te has adentrado. Para ilustrarte esta historia, queremos que imagines a Picasso metiéndose entre pecho y espalda el arreglo de toda la fontanería de su casa. ¿No crees que lo hará mal? Para colmo, perderá un tiempo que podría haber invertido en obras de arte. De hecho, estamos seguros de que el señor Pablo, por culpa de esas cañerías achacosas que se marchó a atender, dejó inconcluso algún cuadro, por ejemplo, puestos a elucubrar, el Guernica. ¿No te parece una majadería? ¿En qué estaba pensando este divo de los pinceles? A los menos perspicaces les informamos de que acabamos de vaciar toda una pared del Reina Sofía del mejor arte.

Expuestas todas estas ideas, te instamos a acercarte a cualquier anaquel de manuales de coaching que se precie, donde podrás leer frases como éstas: “La gente de éxito son personas que han identificado cuáles son sus áreas de excelencia y concentran en ello toda su energía. El resto lo delegan, lo subcontratan o se buscan la vida para no tener que hacerlo”.

En este tipo de filosofía parecía andar rebozado Steve Jobs, todo un san Jacobo de motivación, y esfuerzo, ¿verdad? El señor Jobs, ya puestos a dorar un poco más el mito, seguro que estaba al tanto de sus cualidades y sabía dónde debía invertirlas para que le rentaran más. Este sabio de la tecnología aprendió a despejar demonios apelados “yo lo sé todo” y “yo asumo todas las tareas”, puesto que esos son los diablillos con los que debe lidiar el talento para no acabar metamorfoseada en “pudo ser y no fue”.

Así que ahí van unos cuantos consejos para que el talento no se nos pire por falta de atenciones y mimos:

  1. No se ingresa en el gremio de los débiles por solicitar ayuda
  2. Los demás pueden ser tanto o más competentes que nosotros, así que delegar nos hará libres…
  3. Envía a tu Siberia mental la idea de que buscar a otros para que nos realicen un trabajo entraña un gasto, porque en realidad es una inversión
  4. … Estamos perfectamente seguros de que a estas alturas ya sabes de qué va este punto y los siguientes.