Los sindicatos de trabajadores, como los patrios CC.OO. y UGT, tendrían los días contados si todas las empresas imitaran el modelo empresarial de Google (horarios flexibles, comida gratis, buenos emolumentos, área de juegos...). Pues sí, todos los mandamases sindicalistas andarían mano sobre mano en esta utopía laboral. Desde luego, quizás el modelo Google, considerada como una de las mejores empresas para trabajar, acabe ganando la partida; sobre todo si tenemos en cuenta que el personal de las compañías empieza a ser considerado el mayor activo de éstas y el principal ladrillo con el que se construye una startup.

Así, la frase no debe quedar como banda sonora simpaticona del brindis del jefe en las comidas de empresa, sino que debemos practicarla hasta la última de sus sílabas porque es lo que los más listos empresarios vienen aplicándose desde hace un tiempo para cubrirse de dividendos.

Sí, los hombres (y mujeres) de negocios exitosos supieron rodearse de personajes originales, creativos, disconformes e insumisos con las reglas de la jerarquía. Ya sabemos que cuando un empleado te rebate una decisión, se desmorona tu concepto de jefazo, pero quizás él o ella cuenten con una brújula empresarial en plena forma, mientras que la tuya necesita pedir cita con la realidad.

Otro aspecto que necesita ciertos cuidados es la motivación, de modo que cuando pienses en recompensar el trabajo bien hecho, no te limites a las clásicas palmaditas en la espalda, decídete a acompañarlas con guarnición de subida salarial, días libres, flexibilidad horaria, o incluso la concesión de la posibilidad de teletrabajar. Eso te proporcionará credibilidad como jefe y tus trabajadores desayunarán motivación y energía gracias a tu gesto. Ya lo dice el dicho: las palabras se las lleva el viento y necesitan que alguien las ancle a tierra firme. Ya sabes cómo.

Esto nos enlaza con la queja que más se resuena entre el personal: “mi jefe no me valora”.  Si alguien suelta esta frase, te habrás topado con un subordinado frustrado y poco motivado que lastrará la eficacia de tu empresa. Pero claro, lo habrás fabricado tú mismo con tu desdén y apatía. Desde luego, el éxito de una iniciativa depende en gran medida del capitán del barco. No en vano, según Josep Maria Galí, autor del libro ‘El jefe que maltrata y la empresa que no repara en sus acciones’, “un buen jefe cuenta con una importante capacidad de autoconocimiento, es decir, se conoce bien. Además, se trata de personas empáticas, que pueden generar respuestas sinceras en los demás, «meterse en su piel»”.

Pero parece que la empatía no era el fuerte de Steve Jobs y, sin embargo, su tiranía sirvió para levantar a una compañía que empezaba hacer aguas: Apple. De todos modos, en el caso de Jobs, suponemos que su genialidad y carisma ayudaban a sobrellevar su lado Hyde. No es el caso del común de los mortales.