La prensa es el medio de comunicación más atractivo para las pymes, ¿por qué?

En primer lugar, por la percepción generalizada de que es un medio prestigioso y con alta credibilidad. Piensan, por tanto, que si se anuncian en un diario, las cualidades del medio pasan a ser inmediatamente cualidades de la marca anunciada. Aunque somos una agencia de marketing digital, reconocemos sus bondades.

Por otra parte, la flexibilidad geográfica permite llegar a los núcleos de población de interés para cada pyme. Por ejemplo, si tienes una gestoría, probablemente te interese anunciarte en la sección de economía. Si tu negocio se sitúa en capital de provincia, puedes insertar un módulo en las páginas destinadas a tu ciudad en un diario regional.

El tiempo de recepción es variable, depende de cada lector y no del medio, como sucede con las cuñas de radio, por ejemplo, que tienen una duración determinada. Facilita que los usuarios puedan detenerse en una página en concreto y pasar otras a mayor velocidad.

Esas son las ventajas de los periódicos como soporte publicitario, aunque también tienen inconvenientes:

Debido al tipo de papel, la calidad de impresión es peor que la del resto de publicidad gráfica.

El precio varía dependiendo de la tirada, la cobertura, su posicionamiento en el mercado o si tiene mucha o poca competencia, aunque por lo general es un soporte caro. La audiencia –y el precio– varía dependiendo del día de la semana. No es lo mismo anunciarse un lunes que un domingo.

La gente lee en casa, en la oficina, en los bares, en el metro, en el autobús… Parece lógico que si todo el mundo lee el periódico, también verán tu anuncio. No tiene por qué, muchos módulos pasan desapercibidos, sobre todo los de menor tamaño.

Pagar el módulo más pequeño porque es barato, porque está de oferta, porque me gusta ver a mi empresa en el diario, o cualquier otra razón del estilo, no merece la pena.

En prensa, como en cualquier soporte, para que la publicidad sea eficaz se debe contratar una campaña continuada en el tiempo y no dejarse llevar por ofertas puntuales, que generalmente no llevan a ninguna parte.

Isa Díaz González.

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