Resulta que los rusos no se pasan la jornada leyendo a Dostoievski o a Tolstoi, sino que su prosa favorita es la que encuentran vertida en internet. No en vano, Rusia es el país europeo con mayor número de internautas. Al menos, lo era en junio cuando ComScore (una compañía que se dedica a auscultar los hábitos de los forofos de la Red) recogió sus datos.

Tampoco los alemanes invierten sus horas leyendo a Thomas Mann, puesto que 51´8 millones se decanta por la web 2.0. La tercera en este podio es Francia, con 43,2 millones; el Reino Unido, con 37,6 millones; Italia, con 28,6 millones; Turquía, con 23,8 y España se sitúa en la octava posición del ránking con 21,88 millones.

Pero aunque un país puede atesorar millones de internautas, quizás éstos no sean de los más aficionados a pasar la jornada frente a la pantalla. De hecho, es Inglaterra la que más síndromes de abstinencia ha de combatir, ya que sus ciudadanos dedican una media de 37,9 horas mensuales a los asuntos de la Red, mientras que los holandeses consagraron 32,6 horas, los polacos, 27,9 horas, los franceses, 27,7 horas y los turcos, 26,8.

¿Y qué hacen los españoles? Pues pecar de cortos y ni siquiera llegar a la media europea. Concretamente, invertimos unas 24,4 horas, mientras que el europeo medio alcanza las 25,9 horas. ¿Esto es un buen o mal número? Simplemente, un dato a secas. Además, si echamos un vistazo a la próspera China, nos toparemos con métodos inquisitoriales para curarnos de algo que ya ostenta el rango de enfermedad.

Según los investigadores chinos, las personas adictas a internet muestran cambios en el cerebro similares a los que toman sustancias como drogas o alcohol. Además, es el país con más internautas del mundo, pero también es de los que más habitantes alberga. Así, no cesan de llegarnos historias teñidas de leyenda urbana y realidad escalofriante como el empleo de descargas eléctricas o una férrea disciplina para sanar a estos enfermos 2.0

Por lo tanto, más vale no excederse en las horas dedicadas a internet (en la mesura está la cordura), no sea que los chinos nos exporten los métodos de cura; pues con todo lo made in China se puede cerrar un negocio redondo.