Norman Cota fue un brigadier norteamericano que se hizo famoso cuando acertó a decir una frase en Normandía en la peor playa del desembarco aliado de la Segunda Guerra Mundial. Cota dijo algo así como: “Tan sólo dos tipos de hombres se van a quedar en esta playa, los que están muertos y los que van a morir. Así que moveos y salgamos de aquí”.

Y apelando al sentido épico y dramático de aquellas palabras, esta crisis económica que nos afecta también dejará tiesos a los profesionales que no se movilicen, como ha dejado en los huesos a miles de empresas ya.

De esta crisis se sale con esfuerzo, pero con un plan, con convicciones. Hay margen de maniobra para salir del drama de esta playa, de esta crisis.

¿Cómo? A éso vamos con algunas reflexiones. En la playa de la crisis, no esperaremos a ponernos morenos

Esta crisis se puede entender como una ruptura entre el pasado y con lo que ha de venir. Es una crisis estructural que está afectando a las bases de la economía, a las relaciones financieras, a las internacionales, a las formas de empleo y a los conceptos de trabajo y su rendimiento, a los sueldos y hasta a las relaciones sociales y familiares. El escenario que nos queda por ver, y que ya debe estar cambiando en nuestro entorno aunque no lo percibamos, será distinto y hay que prepararse para él.

¿Cambiar de forma de pensar, desprenderse de argumentos tradicionales, desatribuir las inercias del pasado? Sí, es una buena forma de empezar a enfrentarse a la crisis ahora, a lo nuevo y una manera de estar preparado.

En el mismo sentido, hay que mirar hacia el futuro, con una visión a largo plazo. Mirar distinto, ser sensibles a los cambios del entorno actuales, pero con las intenciones profesionales puestas a dos, tres o cinco años vista. Por todo esto, las planificaciones del pasado quedarán bien en los archivos como referentes de un tiempo, de un tiempo pasado. Hay que volver a planificar sobre otras bases porque los planes de las estrategias de ayer ya son arqueología.

Y en esa misma línea de hacer nuevos planes, lo de siempre, mirar qué retos son los que se plantean, qué medios hay para darles cobertura y cómo se puede hacer sin financiación externa. Esa casilla hay que dejarla en blanco durante mucho tiempo.

Por esa razón, sería interesante proponer alianzas, incluso con la competencia, si también encara mal los efectos de la crisis. Pero hay que tener en cuenta algo, compartir negocios, proyectos, servicios e información en un nivel que se pueda controlar en todo momento. Lo importante es mantener el núcleo duro del negocio bajo un margen de maniobra razonable.

De la misma manera que la crisis vuelve inestable los mercados y hace caer los consumos, cualquier proyecto compartido con más riesgos de los que se pueden asumir acabará arrastrándonos.

Antes, ahora y siempre ha sido importante conocer la opinión de quien consume los productos y servicios propios. En tiempos de crisis, orejas de elefante. Escuchar, escuchar, escuchar, porque tal vez en boca de los clientes esté la mejora de servicios y ese margen del 2% en las ventas que nos ayudará a capear la falta de liquidez más adelante.

Y por último, la crisis no existe más que para nuestras estrategias. Para nuestro diálogo interior de empesario motivado en su campo. Ni es excusa para enmascarar los desajustes del negocio que obedecen a otros motivos, ni nos ha de inhibir para pasar a la acción.

Nosotros ya nos hemos puesto las orejas de elefante para escuchar a las pymes y emprendedores....