Hace poco, un programa de televisión sondeaba las vocaciones de las nuevas generaciones, porque si hasta hace unos años, todos los niños irrumpían ante el micrófono ambicionando un oficio de cantante, médico, futbolista o pintor, ahora los derroteros han cobrado un cariz excesivamente práctico, pues casi todos aspiran a sacar plaza en la función pública.

¿Qué ha pasado? Pues ha pasado y pasa, una crisis, que ha desencadenado una tormenta de padres desempleados o en trabajos precarios que, más de una noche, habrán suspirado ante su prole por ser funcionario.

Desde luego, el germen emprendedor no se dejaba entrever demasiado con anterioridad a esta mala situación económica, pero ahora cualquier deseo de montar su propia empresa ha rodado hasta la Siberia de sus propósitos. Por lo tanto, en España empiezan a irrumpir voces que claman por imbuir a las mentes más jóvenes de cultura emprendedora.

Así, Pablo Muzas, un vitoriano experto en formación en habilidades directivas, ha decidido trasvasar sus conocimientos a los más jóvenes a través de inspirakids.com, un innovador programa educativo enfocado a niños entre 10 y 14 años.

“Cuando uno asiste a charlas o conferencias en Escuelas de Negocios y le instan a modelar o trabajar su inteligencia emocional siempre desearía haberlo sabido antes”, comenta Muzas, quien apuesta por transmitir con prontitud esa sabiduría a los mozos de la casa.

Además, la propuesta se ofrece online para padres y educadores interesados en que sus hijos o alumnos ingresen en las filas de la motivación. Concretamente, Inspirakids fomenta el optimismo, el gusto por emprender, la importancia de las redes de relaciones, la superación, la resistencia al fracaso y los hobbies como herramienta del desarrollo del talento

Si queremos reconocer el potencial, quizás debiéramos prestar atención a Cameron Herold. Un carismático conferenciante especializado en desatascar el talento de una sociedad adormecida: “Se aburre en la escuela, le va mal en las clases, está en desacuerdo con sus compañeros: este niño podría ser un emprendedor”.

El tal Herold no hace más que despachar frases con pelaje motivador y, sobre todo, emprendedor: “Si le das al hombre un pescado, lo alimentas por un día. Si le ensenas al hombre a pescar, lo alimentas para toda la vida”.

Este norteamericano es, además, autor de un libro cuyo fin es difundir la instrucción de líderes empresariales: “Debemos educar a los niños a ser emprendedores en lugar de ser abogados. Algunos de los rasgos empresariales que hay que incentivar en un niño para ser emprendedor son los logros, la tenacidad, el liderazgo, la introspección, la interdependencia y los valores. Uno puede encontrar todos estos rasgos en los niños y ayudarles a desarrollarlos”.

Leyendo a Herold, nos acomete la sensación de que si acudimos a la sección de horticultura de cualquier librería, al lado de cómo cultivar champiñones nos toparemos con el libro de cómo cosechar emprendedores. Seguramente, no debamos perder el Norte, no vaya a ser que el niño se nos pire, a la mínima distracción, al país de Nunca Jamás.