¿A qué se deben los cambios en el algoritmo de Google?

Los cambios en el algoritmo de Google, es decir, en su fórmula secreta que determina la posición de cada página cada vez que un usuario realiza una búsqueda por palabras clave son muchos más numerosos y constantes de lo que la mayoría de gente cree.

Nada menos que hasta 500 veces al año de promedio, el algoritmo de Google sufre algún tipo de cambio. La mayoría son pequeños retoques que no tienen una influencia significativa en el posicionamiento web pero, por suerte para unos y desgracia para otros, cinco o seis veces al año estos cambios sí son importantes.

Entonces es cuando se producen auténticos vuelcos en los rankings y, de golpe y porrazo, una web que aparecería en los primeros puestos acaba descendiendo hasta una mediocre entrada de la tercera o cuarta página, o más atrás todavía. Y esto en el súper competitivo mundo del posicionamiento en Internet es prácticamente sinónimo de no existir, de ser casi invisible.

Cuando se producen estos cambios revolucionarios en el algoritmo de Google , como pasó hace solo unos meses con el Pengüin 2.0, las empresas de posicionamiento web y los websmasters se echan a temblar puesto que, en tiempo récord, se ven obligadas a modificar sus estrategias de posicionamiento y dinámicas de trabajo.

¿A que responden realmente los cambios de Penguin 2.0?

Pues en este tema, como en muchos otros, hay opiniones para todos los gustos y posiciones distintas, a veces ubicadas en las antípodas unas de otras. Es decir, contrapuestas y enfrentadas. Por supuesto, la polémica está servida.

Lo que dice Google

Los comunicados oficiales del buscador en relación a sus cambios en el algoritmo de Google siempre anteponen los intereses generales de los usuarios. La compañía defiende con uñas y dientes cada una de las modificaciones que pone en marcha, cosa por otro lado totalmente lógica y comprensible.

Premiar el contenido original y de calidad, evitar las conductas tramposas como el spam y, en definitiva, conseguir unas búsquedas cada vez más afinadas y útiles para el usuario son los argumentos esgrimidos por Google para justificar sus constantes modificaciones.

Por otro lado, cuando se le preguntan por las webs que  han visto perjudicadas con los cambios, Google se defiende diciendo que esos daños son, citando palabras de la propia empresa, “anecdóticos”, “menores” u “ocasionales”. Y que, en cualquier caso, son necesarios para defender los intereses de la mayoría.

Las voces críticas

Pero desde fuera de la compañía líder en buscadores, hay muchos que no tienen tan claro que los criterios de Google, y sobre todo sus constantes cambios, sean tan positivos y transparentes, ni que respondan al bien común y público.

No son pocos los que consideran que los verdaderos motivos de Google de estos giros en los criterios que, según ellos, han hundido a centenares de negocios en la Red, están enfocados a aumentar sus ingresos por los anuncios por subasta de palabras.

Este nuevo sistema de posicionamiento de pago o PPC consiste en subir automáticamente peldaños en las clasificaciones de los resultados de las webs patrocinadas o de pago a aquellas páginas que paguen más. Y es que, al parecer, este sistema es la mayor fuente de ingresos de Google en la actualidad.

Nuestra reflexión

Posiblemente, la objetividad de esta controversia esté en un término medio. Es más que probable que el tema de la subasta de palabras, o sea, ofrecer mejores resultados en posicionamiento PPC al mejor postor, sea un aspecto con mucha influencia en la política global del Google. Y sería ingenuo pensar que el funcionamiento de su algoritmo de búsqueda no iba a verse salpicado.

Pero tampoco es menos cierto que, pese a sus limitaciones en ciertos aspectos, Google es un estupendo buscador y que si no hubiese evolucionado a lo largo de los años, las búsquedas en Internet serían mucho más rígidas e infinitamente menos útiles. Y quien lo dude, que haga un ejercicio de memoria y recuerde lo que costaba encontrar información en la Red mínimamente concreta o específica hace solo siete u ocho años.
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